“Nunca atribuyas a la conspiración aquello que puede ser adecuadamente explicado mediante la estupidez.”
(Hanlon’s razor)
Con el valor de la acción de Facebook a punto de bajar de treinta dólares, un muy buen artículo de mi muy admirado Aswath Damodaran en CNN, “Was Facebook’s botched IPO a conspiracy?“, que incide además en muchos de los temas que hemos comentado anteriormente en otras entradas.
Pero sobre todo, me quedo con esta frase del artículo:
“… no asumas que los banqueros de inversión, los expertos y los analistas saben de lo que están hablando. Cuando estén promocionando una inversión, sé especialmente escéptico si sabes que tienen un especial interés en ella”
No tengo un problema de fe en Facebook. Creo firmemente que cuando un servicio consigue ser considerado útil por tantos millones de usuarios, posee un valor potencial muy elevado si se gestiona de la manera adecuada. Que ese valor sea, a día de hoy, el que la empresa y sus banqueros de inversión decidieron que fuese en la salida a bolsa, me genera muchas más dudas (y por lo que se ve, al mercado también), sin olvidar el hecho de que hablamos de una industria con una volatilidad intrínseca elevada (ver MySpace en 2005 y en 2011, o Bebo en 2008 y en 2011). Pero que de ahí se pueda deducir una teoría conspiratoria que habría permitido a los insiders colocar sus acciones al precio de salida mientras los pobres mortales sin información adquirían títulos en una de las salidas a bolsa más comentadas de los últimos tiempos, va un mundo.
En el fondo, un problema de dejarse llevar por expectativas, frente a una valoración y unos planes de futuro anunciados por la compañía que no las soportaban. Basarse en el movimiento en el mercado privado para establecer un precio objetivo, y pretender que este se mantenga aunque te lo lleves a su límite superior y expandas la oferta. Y sí, los bancos de inversión y los mercados también cometen errores. Ahora, solo queda poner las cosas en su sitio: ver hasta cuánto cae, y establecer un nuevo precio objetivo desde ese punto basado en expectativas racionales y en previsiones de volatilidad.
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